Nuestra Historia

En Clínica Leal Graciani, nuestro compromiso con la excelencia en medicina deportiva, traumatología y recuperación de lesiones se basa en una herencia de tres generaciones dedicadas a cuidar y mejorar la salud y la calidad de vida de nuestros pacientes. 

Desde nuestros inicios, hemos construido una reputación sólida gracias a una combinación única de experiencia, saber hacer, y dedicación al servicio médico.

Nuestra historia comienza con la tradición y la pasión por la medicina, transmitida de generación en generación. Esta rica herencia ha sido la piedra angular sobre la cual se ha forjado la identidad de nuestra clínica. 

Fundada en 1999, la Clínica Leal Graciani se erige como un referente en el campo de la traumatología y la medicina deportiva, con una trayectoria profesional que incluye la dirección de los servicios médicos del Sevilla F.C. y, anteriormente, de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

Este legado, respaldado por años de experiencia y un profundo conocimiento, nos ha permitido desarrollar un enfoque integral y personalizado en el cuidado de nuestros pacientes. En nuestra clínica, cada detalle importa, y cada paciente es tratado con el máximo respeto, profesionalidad y empatía.

Nuestro equipo de expertos sigue fiel a los valores que nos han guiado desde el principio: ofrecer atención médica de alta calidad, basada en la experiencia y el compromiso, para asegurar el bienestar y la recuperación de quienes confían en nosotros.

Bienvenidos a Clínica Leal Graciani, donde la tradición y la innovación se unen para ofrecerte el mejor cuidado en medicina deportiva, traumatología y recuperación de lesiones. Aquí, tu salud está en manos expertas.

«Desde muy pequeño tenía la ilusión de llegar a ser ingeniero, algo que mi padre, a pesar de ser médico, veía con buenos ojos. A medida que fue pasando el tiempo esta ilusión se convirtió en una verdadera obsesión, y eso que como digo, todavía era un chaval. Pero un día soñé que comenzaba la carrera de ingeniería y que me quedaba atrapado en el primer curso. En vano me esforzaba. Los años iban pasando. Por alguna extraña razón, aunque aprobaba todas las asignaturas, seguía atrapado en ese maldito primer curso. Me sentía como un corredor que no puede echar a correr por más que lo intenta. Por contra, mis amigos habían terminado sus carreras y eran felices. De aquel sueño me despertó la voz de mi padre, el Dr. Antonio Leal Castaño. Lo siguiente que recuerdo son sus manos y, a continuación, el deseo de ser médico como él y de poner mis manos al servicio de los demás para que ninguna persona se sintiera jamás como ese corredor que no puede echar a correr por más que lo intenta”

Carta escrita por el Dr. Antonio Leal Graciani el 6 de enero de 1950

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